Adición al consumo o compras compulsivas.
No es algo raro, a mucha gente le pasó alguna vez. Ves un artículo en una tienda, en un anuncio publicitario, en alguna plataforma de internet…algo que no necesitas realmente pero que te enamora (ropa, tecnología, accesorios …), se te mete en la cabeza y tu mente no descansa, no paras de pensar en lo necesario que es para tu vida o lo feliz que vas a ser, hasta que lo adquieres. Después de unas horas, unos días o algunas semanas, ¡pues no era para tanto! Es más, te enfada que no cumpla las expectativas y le cojes hasta un poco de manía. Después llega el sentimiento de culpa por haber despilfarrado el dinero, e incluso te da ansiedad.Y a por otra cosa.
Ahora imagina que eso te pasara continuamente, que ese fuera un modo de funcionamiento habitual y la mayor parte del tiempo libre lo dedicas a comprar, cambiar y volver a adquirir otros objetos. Te sientes mal haciéndolo, pero no puedes parar. Llegará un momento en el que tal vez necesites pedir créditos para seguir comprando. La psicología lo llama oniomanía, compras compulsivas o incluso, adición al consumo. Un problema cada vez más presente en las sociedades actuales.
Aunque parezca obvio, hay que destacar que es una problemática que afecta mayoritariamente a personas con cierta capacidad adquisitiva y que viven en países ricos. Para gastar dinero lo primero es tenerlo. También es habitual no valorar el esfuerzo de conseguirlo, es decir, crecer o habitar un entorno de cierta comodidad económica.
No es sencillo el afrontamiento. Así como otros problemas adictivos son más fáciles de evidenciar y conllevan cierto estigma social, hoy en día el consumismo no es necesariamente percibido como algo negativo; es signo de estatus y se incita constantemente al mismo.
Existe un imaginario que asocia a las mujeres con este tipo de comportamientos, vinculando el derroche a la frivolidad, a la compra de ropa y artículos relacionados con la imagen, pero no es así. Los hombres también derrochan, pero con otro tipo de artículos a menudo más caros y exclusivos. Compras online, tecnologías, productos gourmet, artículos inservibles importados directamente desde China… El consumo compulsivo y descontrolado puede ser el mismo, lo que cambia es el tipo de mercado que se asocia según el género. Ellas pueden derrochar en su imagen estética, ellos en artículos prestigiosos o técnicos.
Características de las personas con adicción a las compras.
Las personas con incontinencia al gasto suelen actuar como si el consumo fuera el objetivo principal en la vida, pero en realidad, son presas de un círculo vicioso que indica que algo no va bien. Nunca se está lo suficientemente saciado como para descansar del dispendio constante de los objetos deseados. La única manera de calmar la angustia vital es la continua repetición de más y más compras superfluas, así hasta la extenuación. Las características psicológicas más habituales son las siguientes:
- Escasa tolerancia a la frustración y baja autoestima, que se materializan en incapacidad para afrontar los problemas cotidianos, así como una actitud derrotista ante cualquier suceso.
- Sentimiento de culpa, que genera ansiedad y trata de eliminarse a base de más consumo.
- Búsqueda constante de la satisfacción inmediata, que produce gran subidón emocional en el momento de la compra, pero que tiene como correlato una incapacidad para disfrutar de lo que se tiene, además de dificultar la proyección a largo plazo.
- Suelen darle mucha importancia a la apariencia, tanto física como social, que esconde una pobre autoimagen que tratan de suplir con artículos de consumo.
¿Por qué se producen este tipo de conductas?
Para poder afrontar un problema, lo primero es entender las posibles causas. Siempre defiendo que no hay separación entre lo que somos como individuos y el mundo que nos rodea. Interiorizamos los mandatos sociales y de alguna manera nos constituyen. La incitación al consumo, además de la falta de límites en la satisfacción individual, ha tenido sus consecuencias. Hablamos de la creación de un sujeto cuyo objetivo principal es la búsqueda de satisfacción inmediata por medio de la adquisición de artículos. Este sería el punto de partida para la creación de lo que Erick Fronm denominó el “homo consumens”.
Otro factor a tener en cuenta es internet y la utopía de poder comprar todo lo que quieras, de tener a tu alcance el mundo en apenas dos clics. Plataformas como Amazon, Wallapop u otras tiendas clásicas reinventadas para el reparto online, son el caldo de cultivo perfecto para la dilapidación descontrolada de los recursos económicos. Estos espacios, ofrecen la posibilidad de calmar la ansiedad a base de obtener breves, frenéticas e intensas sensaciones de euforia y casi “felicidad”.
Si a esto añadimos otras dificultades como problemas familiares, depresión, ansiedad, carencias afectivas, sucesos traumáticos, bipolaridad en la fase maníaca… La adquisición de tal o cual objeto, puede actuar como tapadera momentánea del malestar. Algo parecido a lo que pasa en los procesos adictivos. Pero el vacío no se satisface, jamás se está satisfecha porque la herida no está sanada si no vas al fondo del problema.
¿Cómo afrontar la adicción a las compras?
En las primeras fases del tratamiento de una conducta que podemos considerar como adictiva, es necesario que alguien cercano tenga acceso y control de las cuentas y tarjetas de crédito, debiendo justificar, la persona que está en el proceso de rehabilitación, el dinero gastado. Tras estas primeras fases poco a poco hay que recuperar la autonomía económica, pues no tiene sentido eternizar el control de gastos, ya que antes o después hay que enfrentarse a la realidad de los intercambios monetarios.
En paralelo se tendrá que indagar acerca de la raíz del funcionamiento psíquico que ha provocado esta situación; la dinámica familiar y social en la que se produjo la crianza, cómo fueron los límites en fases claves de la vida (bien sea por carencia o sobreprotección), etc. Todo esto nos dará pistas acerca de cómo afrontar el problema y nos ayudará a buscar soluciones acorde a la realidad concreta de la persona.
Plan terapéutico a dos niveles: personal y medioambiental.
Por último, es necesario establecer un compromiso terapéutico a dos bandas: en lo personal (mental) y lo social (medioambiental). Se tratará de construir junto al terapeuta un proyecto de vida sostenible apelando a la prudencia, la responsabilidad y la actitud decrecentista.
A nivel personal, se realizan una serie de ejercicios de reflexión. Pensar aquello que necesitamos realmente y lo que usamos para calmar las carencias. Elaborar listas de necesidades reales y compartirlas con las personas cercanas. Programar actividades que no requieran un gasto especial (salidas al campo, prácticas del deporte al aire libre, conversar paseando). Distinguir el consumo necesario para la vida, del consumismo desenfrenado.
A nivel social, es clave mirar hacia afuera. En este caso, aportar un granito de arena en la sostenibilidad ecológica, nos puede ayudar también a superar nuestros problemas personales, a dejar de pensar tanto en “mis” dificultades y sentirse bien con uno mismo. Reflexionar acerca de la finitud de los recursos en el planeta, las consecuencias en el clima que está generando el hiperconsumo, destinar parte del dinero que antes se derrochaba en alguna entidad u ONG medioambiental.
En definitiva, para salir de un problema como el de la adicción a las compras, es necesario establecer un equilibrio que alcance desde la vida personal, hasta la salud de este amenazado planeta. Sin este esfuerzo, sin esta conciencia, estaremos perdidos no solo como sujetos individuales, sino también como especie.